
"Si el amor se midiera en palabras, la estupidez pasaría a ser la manera más común de expresarse". -Blaster
14 posts
Relatospropios - Trozos_de_papel 📖
-
scottiewider liked this · 2 years ago
-
ctkvi liked this · 2 years ago
More Posts from Relatospropios
"La Agonía de Elliot"
Cuando somos niños nos inculcan en las películas y los libros que el amor es correspondido, que los príncipes se casan con las princesas y que tienen un final feliz. No creo que ese sea mi caso, mi nombre es Elliot y no soy ese tipo de príncipe. Busco una razón para volver, físicamente no me he ido pero no sé en donde tengo la mente no sé si siento algo más que vacío y tristeza. Desde hace mucho que no vivo, desde hace mucho que lo busco. No sé si hablo de algo o de alguien, no me gusta depender emocionalmente de ninguna. Cada día busco en mis recuerdos y pareciera ser la única manera de vivir para mí, hasta que un buen amigo me dijo que no se vive del pasado.
5am marcaba el reloj, hora de comenzar como todos los días. Aún no salía el sol estaba oscuro, me gustaba sentarme a desayunar en la ventana de la cocina viendo a mi perrito. Me imaginaba siendo él, pensaría que mi dueño era un tremendo vago pero, ¿Los perros pensarán? Me gustaba dormirme con la idea de que a la mañana vería a Hormiga y a Ali, pero más a Hormiga. Mi perfume, el olor en la mañana, el aire fresco y las calles solas son mis recuerdos de aquellos días. Repetiría esos días de mi vida una y otra vez. Llegaba al colegio y estaba Ali con cara de distraído siempre, todos los días de la vida. Es curioso que en mis únicos recuerdos bonitos solo están Ali y Hormiga.
“Hormiga” es como le digo a la persona más genial que he conocido en mis 18 años de vida, omito su nombre porque mucha gente lo ve como un delito. Hormiga es la razón principal de que yo esté así más no es la culpable puesto que no hizo nada para que hoy yo esté recordando y no viviendo. Desde que dejamos de hablar me he dedicado a escribirle cosas que nunca leerá deseando que cada escrito sea el final.
“Hormiga, te llamo así porque tu nombre me resulta extraño y a ti no te gusta, además me recuerdas a una hormiga, lo cual no es romántico pero si original. Cuando te conocí me llamaste la atención, entré al aula y estabas ahí de primera hablando con el profesor, te observé toda la clase parecías triste todo el tiempo, desde entonces te notaba siempre en el colegio. Un día te hablé, te pregunté tu nombre porque un profesor me pidió el favor de que te llamara y me lo repetiste muchas veces porque no lo pronunciaba bien. Luego nos saludábamos cada vez que nos veíamos, bueno… Te saludaba, tú solo respondías cortante. Conocía a tu grupo de amigos, Ali era uno de ellos gracias a él empecé a hablar más contigo. Ahora escribiré recordando momentos que probablemente tú ya has olvidado.”
- ¿Qué buscas, Elliot? – Pregunta Ali asustándome.
- Nada… ¿Es muy obvio que busco algo?
- Desde hace mucho que no parecieras estar aquí, pasas todo el día pensando, como si algo estuviera en tu mente y no lo encuentras. – Lo miro, es adivino.
- Busco en mis recuerdos que es lo que me hace vivir y sentir… - Le digo
- Elliot, no se vive del pasado. ¿Por qué no buscas algo nuevo? – Lo que me dijo me dejó pensando, “no se vive del pasado”, entonces ¿Cómo se vive?
- Esa búsqueda ya la hice y adivina que… no hallé nada. Y según tú ¿Cómo se vive? – Le cuestiono.
- Experimenta sensaciones nuevas. ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste vivo? – La respuesta a esa pregunta la sé, pero prefiero no decirla así que le miento.
- Es exactamente lo que ando buscando, amigo mío. – Él me miró como si estuviera loco y desde ese momento no me diría más nada.
Desde entonces Ali no insistió, no preguntó más nada al respecto. Nos alejamos… yo primero. Estaba agradecido en cierta parte, no tenía la obligación de atarlo a mí y debe ser frustrante hablarle a alguien que no sabe lo que dice la mayoría del tiempo. Con su ausencia confirmé que estaba solo, ya me venía sintiendo así desde hace tiempo pero ahora era un hecho. Ahora lo veía en mis sueños y recuerdos, igual que Hormiga. Ali parecía vivir en un mundo de fantasía veía el amor y los sentimientos como lo mejor del planeta, creía en los cuentos de hadas y expresaba sus emociones de manera un tanto dramática, cualquier persona que pase un día con él se contagia… excepto yo. No miento, varias veces intenté sentir como él, vivir como él pero no funcionó, mi mente analítica de toda situación y sentimiento me lo impidió. Mientras que Ali ve solo lo bonito, el arcoíris, la brillantina, yo veo las tormentas y lo gris, la realidad. Soy consciente de que hay cosas muy buenas pero en cierto punto era atosigante esa actitud de demasiado positivismo para mí. En fin, Ali fue mi último amigo, la última persona en mi mundo. Recuerdo una noche antes de mi pesadilla de ahora, recibí un mensaje de texto que decía: “¿Puedo llamarte?” eran las 12am la llamé de una vez, cuando respondió su voz se escuchaba apagada.
- ¿Elliot? – Fue lo primero que dijo
- Si ¿Estás bien? – Le pregunté
- No… Tuve una crisis, todo se vino encima… Yo estoy harta, Elliot. Te necesito. – Trataba de entender que le pasaba, no era bueno apoyando personas.
- ¿Qué se vino encima? Aquí estoy para ti, puedes contar lo que quieras. – Dije
- Tengo muchas cosas en la mente que ya ni en casa puedo estar en tranquilidad, cada cosa que hago pienso que está mal, incluso llamarte ahora mismo… No puedo dormir, si me duermo tendré pesadillas y luego otra crisis… Es jodido. – Me frustraba no poder estar ahí.
- Respira primero de acuerdo. No está mal que me llames, si necesitas hablar sabes que siempre estaré para ti, no está mal nada de lo que haces ¿Acaso no ves el impacto que tiene? Y si no quieres dormir entonces podemos hablar lo que queda de la noche. Igual nunca tengo sueño y nada que hacer. – Se río por lo último que dije.
- ¿Sabes lo mucho que te quiero, cierto? – Me dijo y debo admitir que tenía una sonrisa estúpida.
- Obvio ¿Cómo no quererme? Soy una jodida perfección. – Se río otra vez. Ya no parecía estar llorando.
- No te digo más nada. Egocéntrico. – Ahora me reía yo.
- ¿Estás más tranquila? – Le pregunto seriamente.
- Si… Disculpa por llamar a esta hora. – Dice
- Ya te dije que nunca tengo sueño y nada que hacer. ¿Qué tal si jugamos? – Le propongo
- Está bien.
Esa noche no dormí y Hormiga tampoco. Fue una noche bonita, de las pocas. Luego de eso Hormiga me contaría que estaba conociendo a otra persona y mi mundo se vino abajo, como la economía de Latinoamérica… Así de feo. Ese día que me contó eso le escribí mucho en mi cuaderno, hice bocetos tristes y traté de estabilizarme y seguir adelante. Las canciones me acompañaban todas las noches quedándome dormido escuchándolas, sus canciones que ahora sentían mías. Un árbol siempre estaba presente en cada sueño, las hojas, el cielo, las aves, el viento, todo, una extraña sensación de tranquilidad y soledad que se apoderaba de mí, es extraño pero aun soñando me siento así… “Tell me pretty lies, look me in the face, tell me that you love me, Even if it's fake…” maldita canción, se repite una y otra vez en mi cabeza. Una serie de imágenes iban de una a otra, de un punto equis a otro pero siempre me llevaban al mismo lugar comienzo a correr en búsqueda de algo, de alguien no lo sé muy bien pero en el camino todo cambia, cambia el panorama y despierto. Siempre es algo así una y otra vez. Hay noches donde pareciera estar agonizando, solo me acuesto y no sé más nada de mí, no siento, no duermo, solo estoy ahí.
Un día tuve un pequeño avance en mi búsqueda, el único y el último. La música. Era la razón por la que estaba aquí, lo que me ataba a la vida era la música y creo que siempre lo ha sido más no es lo que ando buscando como tal pero es algo. Ese día escribí también pero no para Hormiga, esta vez para mí.
“Querido yo: Encontraste parte de tu alma y tus recuerdos, la música es la razón por si te preguntabas porqué estas aquí todavía. Tu niñez frente a un piano… tocabas el piano sin saber ni una puta nota musical, te gustaba el ruido, mamá te escuchaba con atención hasta que te obsesionaste con ese “ruido” que hacías que no podía ser música para una persona normal pero para ti era un obra de Beethoven, lo tocabas todo el día, toda la noche, todos los días hasta que le salieron ojeras a mamá de no dormir y decidió quitártelo. Allí se acabó el nuevo Beethoven pero no tu conexión con la música, dejaste de tocar y hacer ruido y te dedicaste a escuchar, a entender y analizar cada nota, cada letra, cada sonido es una lástima que no hayas tenido una buena voz, habrías sido Freddy Mercury”.
La última vez que vi a Hormiga fue hace más de 1 año me la encontré cerca del colegio y la acompañé a su destino, recuerdo su olor, y lo fuerte que la abracé cuando la vi como si de ella dependiera todo de mi (así era). La diferencia de tamaño entre ella y yo era graciosa y adorable a su vez.
- ¿Qué haces por aquí? – Le pregunté
- Voy a visitar a mi abuela. ¿Qué haces tú afuera del colegio? – Me dijo en tono de regaño
- Bueno es que el colegio me aburre. – Y me reí
- Todo te aburre, Elliot. ¿Hay algo que no? – Me dijo riendo
- Tú. – Le digo
- Dices tú. - Me dijo.
- Ya me tengo que ir. – Le dije y la abracé aún más fuerte que la primera vez
- Te he extrañado mucho, Elliot. No te alejes. – Me dijo al oído.
De regreso al colegio le conté a Ali que había visto a Hormiga. Escuchaba atento cada cosa que decía pero tenía el ceño fruncido. Terminé de hablar y hubo un silencio.
- Tienes que superarlo, Elliot – Dijo finalmente
- ¿Superar qué? – Le pregunté
- Tu amor por Hormiga. – Dijo. Me quedé en silencio y desvié la mirada
- Lo he intentado, Ali. Pero ya es tarde. – Y lo miro
- Sencillamente no quieres hacerlo. Puedes morir de Hanahaki si quieres. – Dijo y trague seco. Tenía razón pero no lo iba a aceptar. Me reí falsamente y él seguía serio.
- Tranquilo, estaré bien. – Le dije finalmente.
Esa noche también soñé con Hormiga. La abrazaba muchísimo, nunca había abrazado a alguien por tanto tiempo como en ese sueño. Su nombre estaba escrito en ese árbol, el mismo de todos los sueños, lamento no contarle a nadie quien era realmente, lamento guardarme tantos sentimientos. No sé si fue un sueño bonito o una pesadilla, depende de la perspectiva, supongo. El cielo estaba más hermoso que nunca, las aves cantaban, pero de un momento a otro Hormiga me alejó. Luchaba por tomar su mano pero era imposible. Desperté. Tenía que dejar de soñar así ¿Podía hacerlo? ¿Había algún modo de parar o de soñar lo que yo quiera?
Recordando ese día y esa noche me llega a la mente los dibujos que Hormiga me regaló los tengo en una carpeta, los veo siempre casi todos los días. Son mi mayor tesoro, es lo que tengo de ella. Cada uno representa una emoción para mí pero hay uno en especial que describía correctamente mis sentimientos por la sociedad… odio. No los culpo de toda mi situación pero gran parte no estaría pasando de no ser por sus creencias.
Hoy siento que ya no puedo más, no quiero seguir aquí esperando algo que no llegará… no pedí estar aquí. Físicamente me siento del asco, estoy infectado. Todas las personas que amaba no están y ni siquiera me amo a mi mismo ¿Qué caso tiene? Hoy toca el último papel de mi cuaderno aunque aún queden páginas, será mi despedida del dolor, me despido de Hormiga y de mi vida entera.
“No tenía claro si me gustabas o no puesto que era un chico cuando te conocí, me inculcaron que quererte estaba mal y me obligué a verte solo de manera amistosa, hormiga. Estuvo mal porque después solo empeoró todo para mi te llegué a querer más de lo que debí sin embargo, tengo ciertas normas; no puedo darte algo que no tengo y si tengo algo para darte debo saber cómo. Entonces decidí seguir siendo tu amigo sabiendo que nunca me corresponderías como algo más, te dí lo mejor que pude, estuve cuando te sentías mal, cuando te enamoraste de otra persona, cuando descubriste que eres muy buena en muchas cosas pero pude haber hecho más por ti. A partir de ahí empecé a morir porque te daba lo poquito que yo tenía pero me temo que a partir de aquí ya no queda más de mí, te lo he dado todo. Y joder que no me gustaba la dependencia emocional y hoy muero porque dependo de ti, eso no te hace mala persona no lo eres en absoluto, pero personas como yo que elegimos creer y adorar a alguien terminamos así, porque todos estamos destinados a fallar en muchas cosas, en tu caso solo es no corresponder que no es un error, solo es algo que me destruye y en mi caso es fallarme a mí y a lo que fui. Todo es mi culpa desde el principio. Te amo más de lo que he podido. Tal vez leas esto y tal vez no, tal vez cuando lo leas yo ya no esté aquí. Este es el último que te escribo porque sé que mi cuerpo ya no puede más.”
Termino de escribir y me recuesto de la pared. Estaba sentado en el piso, sentí como bajaban lagrimas por mi rostro, mi pecho dolía, no podía respirar bien y tenía ganas de vomitar. Me quedé ahí con el lápiz en la mano, mirando al techo recordando cada momento de mi vida y pensando que todo pudo haber sido mejor pero no lo fue. No ocurrió un milagro, estaba muriendo y sufriendo. Mi mente se aferraba a los sueños donde la abrazaba y rezaba a quien sea por no despertar y quedarme ahí. Coloqué música esperando que me salvara de mi destino porque una parte de mi es un cobarde que aún mantiene cierta esperanza mientras que la otra esta resignado esperando el momento.
“I know where you stand
Silent in the trees
And thats where I am…”
Empezó a salir sangre de mi boca, el dolor en el pecho aumentaba. Recuerdo las palabras de Ali…
“Silent in the trees
Why won't you speak
Where I happen to be?...”
Pétalos comenzaron a salir junto con la sangre, no podía con el dolor y luchaba por respirar un poco. Recuerdo a mi perrito en las mañanas.
“Silent in the trees
Standing cowardly…
I can feel your breath…”
Salían cada vez más pétalos y más sangre, el aire parecía estarse acabando. La risa de Hormiga se escuchaba en mi mente
“I can feel my death
I want to know you
Finalmente me ahogaba entre los pétalos y la sangre.
“I want to see
I want to say, hello”
Terminó mi dolor, terminó mi agonía. FIN.
- EMI.
Buscando la muerte o buscando a la muerte.
Ayer me encontré con la muerte vestida de negro. Le dije: - ¿No podías ser más obvio? En ese preciso momento pasó una señora, y como me escuchó decir eso empezó a ver a su alrededor, buscando a la persona que estaba conmigo, a quien iban dirigidas mis palabras. La muerte sacó de su rostro una sonrisa, tal vez fui yo el que provocó ese gesto. Le dije: - Eso sí que fue raro. Por un momento pensé decirle a aquella señora: « No hay nada que ver aquí, solo soy yo hablando solo, usted siga caminando». La muerte me respondió: - Voltea y dime si sigue viéndote. Voltee y vi como rápidamente aquella señora volteaba la cara de una manera exagerada, me estaba mirando, y ella sabía que yo la estaba mirando, así que solo siguió caminando. Volví a mirar a la muerte, y le dije: - ¿Cómo supiste lo de aquella señora? Me respondió: - Pues... En realidad me estaba mirando a mí.
- Third.
El Cuervo
Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es -dije musitando- un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.”
¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre.
Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llenábame de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más.”
Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos: “Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro, mas el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente, tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto, que apenas pude creer que os oía." Y entonces abrí de par en par la puerta: Oscuridad, y nada más.
Escrutando hondo en aquella negrura permanecí largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar. Mas en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida era el balbuceo de un nombre: "¿Leonora?" Lo pronuncié en un susurro, y el eco lo devolvió en un murmullo: "¡Leonora!" Apenas esto fue, y nada más.
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, toda mi alma abrasándose dentro de mí, no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza. "Ciertamente -me dije-, ciertamente algo sucede en la reja de mi ventana. Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, y así penetrar pueda en el misterio. Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así penetrar pueda en el misterio." ¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta, y con suave batir de alas, entró un majestuoso cuervo de los santos días idos. Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía. "Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-. no serás un cobarde. hórrido cuervo vetusto y amenazador. Evadido de la ribera nocturna. ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!" Y el Cuervo dijo: "Nunca más.”
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta. Poco pertinente era. Pues no podemos sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro posado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, posado en el busto esculpido de Palas en el dintel de su puerta con semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto. las palabras pronunció, como virtiendo su alma sólo en esas palabras. Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma. Y entonces yo me dije, apenas murmurando: “Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas." Y entonces dijo el pájaro: "Nunca más.”
Sobrecogido al romper el silencio tan idóneas palabras, “sin duda -pensé-, sin duda lo que dice es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido de un amo infortunado a quien desastre impío persiguió, acosó sin dar tregua hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido, hasta que las endechas de su esperanza llevaron sólo esa carga melancólica de "Nunca, nunca más.”
Mas el Cuervo arrancó todavía de mis tristes fantasías una sonrisa; acerqué un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta; y entonces, hundiéndome en el terciopelo, empecé a enlazar una fantasía con otra, pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, lo que este torvo, desgarbado, hórrido, flaco y ominoso pájaro de antaño quería decir graznando: “Nunca más,”
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos, quemaban hasta el fondo de mi pecho. Esto y más, sentado, adivinaba, con la cabeza reclinada en el aterciopelado forro del cojín acariciado por la luz de la lámpara; en el forro de terciopelo violeta acariciado por la luz de la lámpara ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
Entonces me pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado por invisible incensario mecido por serafines cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado. “¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido, por estos ángeles te ha otorgado una tregua, tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora! ¡Apura, oh, apura este dulce nepente y olvida a tu ausente Leonora!" Y el Cuervo dijo: "Nunca más.”
“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio enviado por el Tentador, o arrojado por la tempestad a este refugio desolado e impávido, a esta desértica tierra encantada, a este hogar hechizado por el horror! Profeta, dime, en verdad te lo imploro, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad? ¡Dime, dime, te imploro!" Y el cuervo dijo: "Nunca más.”
“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas, ese Dios que adoramos tú y yo, dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén tendrá en sus brazos a una santa doncella llamada por los ángeles Leonora, tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora!" Y el cuervo dijo: "Nunca más.”
“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso. ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica. No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira que profirió tu espíritu! Deja mi soledad intacta. Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta. Y el Cuervo dijo: Nunca más.”
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posado, aún sigue posado en el pálido busto de Palas. en el dintel de la puerta de mi cuarto. Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse. ¡Nunca más!