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5 de mayo de 2021

A mar

Qué rica está la mañana para que vayamos a la playita, y cuando estemos sobre la arena, mientras acaricio tu cabeza, me plantes un beso, nos miremos a los ojos y nos demos cuenta de que estamos hechos para pasar todas nuestras vidas juntos. Qué rica está la mañana para que vayamos a la playita, y cuando tus piecitos pálidos rocen la mar, me acerque a tu cuerpo para abrazarte y decirte que todo estará bien, que el calor tarda pero siempre regresa, y que nuestro amor será un verano infinito. Qué rica está la mañana para que vayamos a la playita, y cuando nos encontremos en lo profundo del agua, sumerjamos todo nuestro ser tomados de la mano, diciendo “no me sueltes nunca” sin decir realmente nada con el habla. Qué rica está la mañana para que vayamos a la playita, y cuando quieras hacerme reír, me cargues hacia la orilla, juguemos con la arena y corramos por el borde de la mar, demostrando nuestro amar segundo a segundo. Qué rica está la mañana para que vayamos a la playita, y cuando el sol caiga, nos acostemos a la par de las olas, unidos física y mentalmente, observando las estrellas renacer. Qué rica está la mañana para que vayamos a la playita, y cuando finalmente estemos agotados, nos hagamos bolita en el suelo y admiremos nuestros rostros, acariciándonos la piel, respirando el aire del otro, adorándonos hasta el fin de este día. Qué rico sería.

—Mila Mendes

Hamaca

Quisiera que me dejaras observarte cuando nos recostamos en la hamaca, siempre eres tú el que me ve, y yo la que es vulnerable, la que está a la espera de un juicio o halago. Sin afán de sonar irrespetuosa o falsamente modesta, estoy cansada de ser el objeto de admiración. Yo quiero verte a ti, quiero que te dejes ser vulnerable, estar los dos acostados y contar cada lunar y marca de tu cuerpecito lindo. Alabar esos ojos tan preciosos que tienes, más la luz del atardecer dándoles despacito y alumbrando tus largas pestañas. Güero de mi corazón, has llegado y sin aviso, como por sorpresa del destino para que por fin salga de mi zona de confort. ¿Cómo sabes tanto de mí?¿quién eres? Insisto amablemente, creo que es mi turno de ser la que observe y tú el ser que admire. Te juro que no encontraré ningún error. Tú solo recuéstate en la hamaca y déjame adorarte la eternidad.

— Mila Mendes