Sangre - Tumblr Posts
El rosa es sólo el primer color de la paleta de colores que lleva nuestra furia.
Llevas brillantina en el rostro como si fuese un disparo en nombre de tu crimen,
te lavas la cara pero siguen quedando rastros de ella,
porque dicen que hay cosas que el agua no se lleva
y que el tiempo no borra.
Las calles llevan el eco de un llanto que nunca llegó a hacer temblar tu corazón
y todas las palabras de estos días,
solo hablan de lo que intentamos todos
que se subraye permanentemente en la historia.
Las vías del metro no pudieron aplastar todas las sensaciones de impotencia
ante contactos indeseados que le ocurrieron a chicas
con cabelleras de todos los colores,
pasos dados por diferentes caminos
y futuros inciertos que ahora llevarían arrastrando la cara de algún imbécil.
Llevas brillantina en el rostro por el único hecho
de que no pudimos lanzarte la sangre de a quien no defiendes
y a quien le ha sido arrebatada la voz,
y junto con ella, se ha exprimido su alma.
Y si, si es personal,
no, no estamos enojadas, estamos furiosas,
y aunque intentes prepararte,
déjame decirte que los gritos y la brillantina son solo el comienzo,
no estás preparado para oír lo fuerte que sonaremos ahora.
Porque ahora sonamos todas.
-Falcón
Monstruo en mi pecho
Mis pies se detienen sobre el charco, escucho el chapoteo. A mi alrededor la oscuridad se levanta triunfante, mostrando fogonazos de luz como sonrisas sardónicas que se mofan de la poca esperanza en el centro de mi pecho.
Respiro agujas que se repliegan por las aletas de mi nariz. Mis manos tiemblan y el silencio se vuelve tan estridente que apenas puedo soportarlo.
¿Y si al final del túnel, la luz huye de mi presencia?
Ella dijo que siempre podía ir hacia ahí. Que la luz indicaba el camino y que mis pies me llevarían hasta él. Pero hoy, mientras respiro con dificultad y mi pecho se sacude con violencia, intento recordar el camino trazado y me pierdo en el hedor de la abundancia. El hedor de la falsa realidad que nubló mi visión por años.
Hoy, cuando mis pies se han detenido sobre el charco de escarlata viscoso, recuerdo lo difícil que puede llegar a ser respirar. Incluso cuando tus pulmones están limpios, el aire viciado los hace pesar una tonelada, haciéndote desear desplomarte en el suelo.
¿Y por qué sigo en pie, entonces? No lo sé.
Ayer creí que podía continuar, pero hoy me detengo y el nudo en la garganta aprieta con dedos huesudos. Cada atisbo de esperanza se esfuma lentamente entre mis dedos, como si intentara atrapar la arena en medio del azote de la ola. Cada grano se burla de mis esfuerzos y vuelve a irse con la marea, dejándome sin nada. Una vez más.
Poco a poco, veo como la marea roja se lleva todo lo que creí que tenía y a todos aquellos a quienes creí que tenía.
En mi pecho se retuerce el único deseo que mi alma ha podido concretar y plantear. El único que me ha hecho seguir avanzando pese a los látigos que han rasgado la carne de mi espalda y las flechas que han traspasado los tejidos de mi pecho y costillas.
Al final, siempre estoy aquí; unas veces sobre este charco escarlata que se va deslizando por mi cuerpo. Otras veces sobre el verdusco césped del descanso, y otras sobre las fervientes brasas. Pero al final siempre estoy aquí. Contemplando las llagas en mis manos y la falta de protección en mis pies, elevando la mirada esperando ver esa luz más cerca, cuando simplemente titila en la distancia, campante y sonante, burlona y rezagante.
¿Y si era mejor dejarse llevar por la corriente?
Volteo sobre mi hombro, hacia el oscuro mar que silba a la distancia. Nadé en su contra, nadé con la convicción de que era lo único que podía hacer, el único camino para mí. Pero intento dar un paso y no veo camino, solo oscuridad. Es por ello que pienso ¿y si nadar hacia la corriente era lo correcto? ¿Y si reaccionar de la manera en que se suponía que debía reaccionar, era la única respuesta?
No puedo dar con la respuesta por dos razones:
1: algo en mi interior me grita que no tenía más opción. Que para ellos, esa era la opción, pero que mi naturaleza simplemente no iba acorde a ellos.
Y 2: no puedo dar con la respuesta porque ya no estoy en el mar silbante que se sacude con agresividad tras de mí. Salí, y no hay manera de que vuelva a él.
Así que aquí estoy, una vez más. Con el charco escarlata viscoso hasta los tobillos, el viento helado sacudiendo mi cabello mojado. La mirada fija en la luz titilante al final de la oscuridad aunque el monstruo que busca ahorcarme desde el interior de mi pecho me grita que he perdido carne, he perdido lágrimas, he perdido sangre, y he perdido manos que me acaricien.
El monstruo me grita que estoy desangrándome de a poco y que si sigo caminando voy a perder lo que me queda.
Pero es cuando yo le pregunto
¿Qué me queda?
El monstruo no responde. Se retuerce incómodo, pero no responde.
Responde mi corazón presionado con extrema fuerza contra mi esternón: ese único propósito que late a su mismo ritmo y que es el único capaz de hacerme sonreír en medio de esta gélida penumbra que hoy rodea esta humanidad rasgada que es mi cuerpo.
Mi corazón responde resoplando y el monstruo en mi pecho se retuerce una vez más.
Con el nudo en la garganta y dos toneladas en los pulmones, me doy cuenta de que estoy dispuesta a dar otro paso. A avanzar otro paso. Alzo la pierna aun cuando el charco escarlata viscoso intenta retenerla en su interior.
Alzo la pierna y levanto la cabeza, fijando mi mirada en la luz titilante al fondo de las tinieblas.

“Todos duermen. Todas las noches es lo mismo. Me recuesto en la cama y miro al techo, no puedo dormir.. De pronto las lágrimas saladas y calientes que eh estado aguantando tanto tiempo caen libres mojando mi rostro, enrojeciendo mis ojos. Los sollozos incontrolables sacuden mi cuerpo y por más que intentó ahogarlos contra la almohada, no puedo. El dolor llega junto con la desesperación, es ahí cuando tomó aquella navaja, y la deslizo sobre mi piel, corto lugares que nadie vera para seguir pretendiendo que soy fuerte. Y es ahí, justo en ese momento en el que quisieras que alguien te hiciera parar, que te abrazara y pudieras gritar todo lo que te lástima, decir todo lo que te hace daño, pero no. Has terminado de marcar tu piel y ese alguien nunca llego, y así termina tu noche, con los ojos enrojecidos y con los cortes marcando tu cuerpo, duermes, sólo para al día siguiente despertar y sonreír a todos, mientras por tu cabeza surge el recuerdo de las lágrimas y los cortes, a pesar de eso, sigues sonriendo a sabiendas que en la noche sucederá de nuevo.” - Yo. (Mi pesadilla en la realidad)
Ninguna puta persona en el mundo podrá nunca comprender el dolor y la vergüenza que representa el auto-lesionarse, ese miedo que te da cuando una persona te toca y crees que sentirá tus cortes por debajo de la tela de tu ropa, la vergüenza que hace que agaches la mirada, el nervio cuando alguien te mira fijamente y tus pensamientos comienzan a atormentarte sobre si vio tus cicatrices. Todo eso nos atormenta, jamas nadie que haya sufrido de ta manera podrá comprender eso. No lo comprenden, pero juzgan, piensan que es por llamar la atención pero díganme, ¿que persona se marcaría de por vida de esa manera solo para que la gente le preste atención?
Árbol sangre de dragón
El árbol Cinnabari, también llamado "árbol sangre de dragón", produce una resina rojo carmesí que se asemeja a la sangre. Este árbol pertenece al género Dracaena y debe su peculiar resina a los flavonoides presentes en su savia.
Durante el renacimiento, esta resina fue utilizada como pigmento por los pintores y se comercializaba en Europa a través de la Ruta del Incienso. En la actualidad, la resina se utiliza para medicamentos y decoración de cerámica, pero debido al cambio climático, la especie está en peligro y su uso se ha restringido para protegerla.
