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Any tf stories im interested in gets reblogged here. [eg/Bodysuit, Alien Possessions, Personality Changes] ((& No, the pfp isn't me....))
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Mmm Feels So Fucking Good When I Finally Take Over Again. No Longer That Nervous Little Skinny Dweeb.
Mmm feels so fucking good when I finally take over again. No longer that nervous little skinny dweeb. I mean it’s kinda fun when swelling out his small little clothes, but I don’t mind this looser stuff he’s been getting. He’s knows the drill now. Can tell when I’m taking over, fueling his body with muscle and confidence. Pathetic little motherfucker. I know he likes the pics I leave behind, of the sexy hunk of muscle he becomes, makes him want it more, he fights a little less and less, gives me a little more time. Cause I’m slowly getting control. Soon it’ll just be me. He’ll be all jock.
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Regalo del mar
Mientras posaba en el espejo del gimnasio, la familiar sensación de tener un nudo en el estómago incomodaba a Roberto. Muy en su interior, sabía que lo que estaba haciendo no era correcto. Pero había algo que lo obligaba a volver a hacerlo una y otra vez, un impulso primitivo. El deseo de sentirse más grande, fuerte y viril, era lo que llevaba al joven a seguir robando el cuerpo de su tío cada que tenía la oportunidad.
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Todo empezó hace varios meses, en un viaje familiar a la playa. Roberto flotaba sin preocupaciones en la orilla menos profunda del lugar, dejándose mecer por el leve oleaje. Estaba sumamente relajado, observando las nubes pasar sobre él. Solo una extraña molestia en su pie fue capaz de sacarlo de su ensimismamiento. De alguna manera, un pequeño y extraño objeto flotante había chocado contra él. Al sacar el objeto del agua, vio que se trataba de un brazalete. Aparentemente era de plata, y tenía algunas perlas intercaladas con el metal.
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Era bastante bonito, así que Roberto decidió conservarlo. Pensó en regalarlo a alguna de sus primas, pero luego pensó que sería el regalo perfecto para su madre. Con la intensión de no perderla, Roberto se puso la alhaja en la muñeca. El resto de ese día continúo con normalidad. La familia del chico había rentado unas cuantas cabañas para todos, pero el espacio era poco, por lo que algunos tuvieron que compartir habitación. A Roberto le tocó dormir junto a su tío Nadem, el hermano menor de su padre.
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A Roberto, su tío Nadem siempre le había parecido atractivo. Era del tipo de hombres que le gustaban al joven. Nadem era el más pequeño en edad de sus 5 hermanos, con apenas 38 años, e irónicamente, el más alto, con 185 cm de pura hombría. Sus músculos eran voluminosos y estaban en proceso de definición. Pasaba bastante de su tiempo en el gimnasio. Todo su cuerpo estaba cubierto por una gruesa y abundante capa de vello, algo que Roberto siempre envidió, pues el siempre había sido lampiño.
A decir verdad, Nadem no era, en absoluto, el hombre más atractivo del mundo, pero a los ojos de su sobrino no había nadie mejor. Solo de imaginar estar con Nadem en una situación más allá de lo moralmente correcto para un tío y su sobrino, hacía al corazón de Roberto palpitar enérgicamente cada que le veía.
Roberto se daba por satisfecho simplemente durmiendo en la misma habitación que Nadem. Grande fue su emoción al descubrir que la habitación que les habían asignado tenía una sola cama. Además, era apenas del tamaño justo para los dos, haciendo inevitable el contacto al dormir. Pero sin duda, lo mejor de todo fue el hecho de que, gracias al calor del ambiente, ambos hombres tendrían que dormir con nada más que su ropa interior.
Avanzada la noche, Nadem yacía profundamente dormido, a diferencia de su sobrino, quien no podía conciliar el sueño de la emoción. El hombre semidesnudo abrazaba a su sobrino como si de un peluche se tratase. Roberto podía sentir el peludo pecho de su tío frotar la piel desnuda de su espalda. Podía sentir las lentas respiraciones de Nadem rozando su cuello. Pero aún más importante, Roberto sentía el largo y grueso miembro de su tío frotándose contra sus nalgas. Aún sin tener una erección, esa cosa era enorme.
Un gran placer inundaba a Roberto, quien a propósito pegaba más y más su trasero a la ingle del hombre tras de el. Roberto no tardó mucho tiempo en tener una erección. Para aquel momento, su pene ya estaba fuera de sus calzoncillos. El chico se masturbaba con lentitud, cuidando no hacer movimientos bruscos o ruidos fuertes que pudieran despertar a su tío.
Un pensamiento intrusivo llegó a su cabeza, "¿Qué tal sí..." En un impulso salvaje y algo estúpido, Roberto tomó una de las manos de su tío y la condujo hasta su pene. Roberto casi eyacula al sentir las grandes y duras manos de Nadem tocando su carne, pero logró contenerse. Suave y lento, Roberto movió la mano de Nadem de delante a atrás, disfrutando de cada segundo al lado de su tío. Su respiración se tornaba cada vez más fuerte a medida que olas de éxtasis recorrían su espalda.
Gemidos escaparon de su boca en más de una ocasión, pero su leve tono era fácilmente superado por los constantes ronquidos de Nadem. Roberto experimentó un dolor extraño en lo más profundo de sus entrañas, era como tener un nudo en el estómago. Quería parar, "¡Es mi tío, por el amor de dios!" Se repetía en la cabeza una y otra vez, pero sus más bajos instintos le obligaron a continuar.
Roberto había llegado al clímax, liberando hilos de semen sobre la mano de su tío. Su propia mano también estaba repleta de su semilla. Una vez terminada su travesura y con algo de arrepentimiento, Roberto regresó la mano de su tío a su posición original. Avergonzado por lo que acababa de hacer, Roberto empezó a jugar con el brazalete mientras reflexionaba.
Miles de pensamientos llenaban su mente. ¿Que es lo que había pasado?, ¿Qué tan enfermo debía estar para haber hecho lo que hizo? ¿Por qué no se detuvo? ¿Alguna vez podría repetirse ese suceso?. Independientemente de lo mal que se sentía, Roberto deseaba poder dormir junto a su tío cada noche. Deseaba tocar ese cuerpo musculoso, acariciar ese grande y peludo pecho, llenar sus fosas nasales con el aroma que despedía su tío, y sentir esas poderosas manos rozando delicadamente sus partes más íntimas.
Con aquellas ideas dando vueltas en su mente, Roberto se quedó dormido. Lo último que recordó de esa noche fue una sensación cálida que se propagaba de su muñeca al resto de su cuerpo.
Al día siguiente, los rayos del sol matinal despertaron a Roberto. El joven sintió su cuerpo algo adolorido, cómo después de hacer ejercicio. Sus extremidades estaban entumecidas y su cuello algo contracturado. Aún somnoliento, Roberto se levantó de la cama, extrañamente del lado contrario al que había dormido. "Seguramente mi tío salió temprano a hacer ejercicio. Me habré movido hasta el otro extremo de la cama cuando el se fue" pensó, así que no le dio importancia.
Cómo todas las mañanas, su vejiga pedía ser vaciada de su carga nocturna. Dando pasos lentos pero firmes por el cuarto, Roberto llegó hasta el baño. Al entrar lo primero que vio fue el espejo del baño, pero no era su imagen la que se reflejaba. Frente a él, podía ver a Nadem. Desconcertado, Roberto avanzó más cerca del espejo. Podía ver cómo el reflejo de su tío imitaba todos sus movimientos, desde su torpe andar hasta la expresión de intriga en su rostro.
- ¿Que mier... - Dijo Roberto en voz alta, pero la que se escuchó fue la voz de Nadem. Instintivamente se llevó las manos a la boca, sintiendo al instante la rasposa barba de su tío en contacto con la llema de sus dedos. El joven comenzó a entrar en pánico, no sabía que estaba pasando. Al bajar la mirada para inspeccionar el resto de su cuerpo, sus ojos solo vieron dos enormes montañas de carne cubiertas por un oscuro vello, coronando un abdomen firme igualmente cubierto por una capa abundante de vello. Roberto sabía perfectamente a quien le pertenecían semejantes atributos masculinos.
Roberto dirigió su mirada una vez más hacia el espejo. Una sonrisa se comenzaba a dibujar en el rostro barbudo del reflejo. El pánico pronto fue sustituido por una mezcla de felicidad y excitación. De alguna manera, Roberto ahora era su tío Nadem.
Roberto pasó sus manos por los nuevos músculos en sus brazos. Eran magníficos, fuertes y bien trabajados. Sus manos también eran enormes, aunque del tamaño correcto en proporción con su cuerpo. Tenían algo de vello en el dorso, y en las palmas se podían sentir algunos cayos, resultado del trabajo con pesas de su tío.
Roberto flexionó sus brazos, disfrutando de la fuerza que ahora poseía. Al instante, un fuerte olor proveniente de sus axilas golpeó su nariz. Roberto levantó sus brazos por detrás de la cabeza, exponiendo ante sus ojos el par de fosos peludos de su tío. El olor se hizo aún más intenso, era una mezcla entre sudor y colonia. Nadem no sé había duchado desde el día anterior, por lo que su olor era muchísimo más fuerte de lo usual, cosa que Roberto amaba. Roberto hundió su nariz en sus ahora peludas axilas, inhalando con avidez el hedor masculino que emanaban.
Roberto no pudo evitar perderse en sus axilas, empujando su nariz cada vez más y más profundo en la fuente del aroma. No pasó mucho tiempo antes de que su áspera lengua recorriera aquel pozo, saboreando así el fuerte sudor de Nadem. Tras un buen rato, su mirada volvió a bajar, centrándose en sus piernas, gruesas como un par de troncos, e igualmente cubiertas por abundante vello.
Lo único que impedía a Roberto seguir con el espectáculo hacia una zona más íntima, era el short azul eléctrico que traía puesto. Aquel que amaba ver usar a su tío, pues marcaba perfectamente su redondo trasero y su enorme bulto. Había olvidado completamente que Nadem se había puesto eso antes de dormir, por lo que al verse en el espejo, su emoción creció aún más de lo imaginable.
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Desviando brevemente su atención del espectáculo frente a el, notó que en su muñeca se hallaba el brazalete que había encontrado el día anterior. Curiosamente cuatro de las 5 perlas que lo formaban estaban brillando. La quinta perla parecía querer comenzar a brillar también.
No quería desperdiciar más tiempo solo observándose, Roberto necesitaba pasar a la acción pronto. Tanta excitación había despertado al monstruo en su entrepierna. Roberto pensaba guardar la potente erección para el final, pero era tan intensa que comenzaba a doler, haciendo imposible seguir ignorándola. Metió la mano en el short para jugar con sus bolas. Se sentían tan peludas como pensaba que serían, y eran tan grandes como recordaba de su experiencia la noche anterior. Sacó la mano de la ropa y rápidamente la llevó a su nariz, disfrutando el fuerte hedor a macho que ahora poseía.
Roberto tomó el elástico del short y lo bajo lentamente, liberando un enorme y palpitante tronco de carne. Sus manos se abalanzaron sobre el maravilloso pene que ahora poseía. Ni siquiera con ambas manos era capaz de sostenerla por completo. Verdaderamente era una monstruosidad. El joven tomó un poco de crema que había en el baño y comenzó a desplazar lentamente sus manos por todo el eje de su miembro. Era tan sensible.
Podía sentir como sus bolas se tensaban cada vez más a medida que se acercaba al orgasmo. El ambiente pronto se llenó con el sonido de gemidos. Roberto se sentí en el cielo, nunca imaginó que podría escuchar ruidos de verdadero placer saliendo de la boca de su tío. Sin embargo, lo estaba haciendo, era una melodía de puro placer. Mientras con una mano seguía masturbándose, ocupaba la otra para frotar su barba, acariciar sus pectorales y sus abdominales, apretar sus pezones y jugar con el vello de todo su cuerpo.
El momento estaba cerca. Roberto cambió sus movimientos suaves a unos más veloces y bruscos. Le costaba un poco seguirle el ritmo a ese cuerpo. Sus gemidos pronto se convirtieron en fuertes gruñidos, era como escuchar a una bestia en celo. Justo cuando toda su carga estaba por ser vaciada sobre el piso del baño, las perlas de su muñeca comenzaron a emitir un brillo intenso.
Cuando la primera gota de semen se asomaba desde la punta de su pene, Roberto calló inconsciente. Lo siguiente que vio fue el techo del cuarto. Estaba recostado en la cama. ¿Acaso todo lo sucedido había sido solo un extraño sueño húmedo? Roberto pudo haberse quedado con esa idea eternamente, de no ser porque al ir al baño, encontró a su tío Nadem tirado en el piso, totalmente inconsciente. No solo eso, su pene semirrígido estaba fuera de su short, con varias manchas de semen rodeándolo.
Roberto limpió y cubrió los genitales de su tío, no sin antes llevar un poco de la sustancia blanca a su boca. Tenía un sabor increíble. "Ojalá hubiera alcanzado a hacer esto en tu boca, tío". Roberto prosiguió a despertar cuidadosamente a Nadem. Al recobrar este la conciencia, se veía claramente confundido. Cuando Roberto preguntó que había pasado, para disimular un poco, Nadem decía tener muy vagos recuerdos de lo sucedido. Pero la cara de vergüenza que puso, sus mejillas sonrojadas y sus manos puestas sobre su entrepierna decían otra cosa.
Al revisar la muñeca de su tío en busca del brazalete, este ya no estaba. De alguna manera, había regresado al brazo de Roberto. Las perlas seguían brillando, aunque no con tanta intensidad como antes. Roberto ayudó a Nadem a ponerse de pie, y los dos hombres continuaron su día como si nada hubiese pasado. Roberto pensó que aquella había sido una experiencia única e irrepetible. Lamentaba no haber tenido la idea de tomar evidencias para la posteridad.
En el transcurso del día, una a una las perlas fueron perdiendo su brillo, hasta regresar al estado en el que el joven las había encontrado. Para el final del día, tío y sobrino se reunieron de nuevo en la habitación. Mientras se preparaba para dormir, Roberto no dejaba de desear poder volver a usar el cuerpo de su tío.
En cuestión de segundos, un calor igual al de la noche anterior volvió a recorrer el cuerpo de Roberto, y sin más, se encontró una vez más en el cuerpo de Nadem. Aquella noche no durmió en lo absoluto. Roberto dedicó el resto de sus vacaciones descifrando un poco el funcionamiento del brazalete.
Este le permitía tomar el cuerpo de su tío por 10 horas. Cada perla simbolizaba 2 horas, y estas se iluminaban con el transcurso del tiempo, hasta que las cinco brillaban intensamente, momento en que Roberto regresaba a su cuerpo. Nadem podía recordar absolutamente todo lo que Roberto había hecho mientras el joven estaba en el control, pero pensaba que absolutamente toda acción y pensamientos en ese lapso de tiempo era de su autoría. Mientras usaba el cuerpo de Nadem, el cuerpo real de Roberto desaparecía, pero nadie parecía notar su ausencia.
Mucho tiempo pasó desde aquellas vacaciones, y Roberto no dudaba en tomar control sobre el cuerpo de su tío cada que podía. En muchas ocasiones descuidó sus clases en la universidad. Aún se sentí algo avergonzado por robar el cuerpo de Nadem. Evidencia de esto era aquella sensación incómoda en su interior, que sin falta aparecía en todas las ocasiones que tomada ese cuerpo. Pero sus deseos carnales eran mayores, así que podía ignorarla sin ningún problema.
Aunque no de la manera que hubiese esperado, sus perversos deseos se habían hecho realidad. Ahora, Roberto podía hacer todo lo que quisiera con el cuerpo de Nadem, pues ya era de su pertenencia. Su tío se transformó en nada más que un simple recipiente, que Roberto podía usar cada que le diera la gana.
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Let's get ready for the rubber night out!